BIO.
Mirta Narosky, nació en Lanús, Provincia de Buenos Aires el 20 de octubre de 1959, Argentina. Desde muy pequeña recibe premios nacionales e internacionales, como: 1967-3ª premio manchas pavimentales. Adrogué, Buenos Aires. (fuera de concurso por no tener la edad mínima requerida). 1968-1ª premio certamen argentino de pintura rupestre. Embalse Rio III, Córdoba. 1971-3ª premio internacional pintura y grabado. Bruselas, Bélgica. 1972-1ª premio concurso nacional de manchas, provincia de Salta. Es profesora y licenciada en artes plásticas (orientación pintura), recibida en la universidad nacional de La Plata.Es profesora superior de tesis en la Escuela de Bellas Artes de Lanús. Participa como jurado, dicta conferencias y forma parte de mesas redondas.Dicta cursos en el IUNA (Universidad de Artes). Jurado de Concurso docente, cátedra dibujo Universidad de La Plata Le han realizado numerosas notas en diarios, revistas, radio y tv de todo el país y el exterior. Ilustra libros y sus obras se encuentran en numerosos libros de Arte. Poseen obras suyas: Comisión Nacional de Energía Atómica, museos del interior del país, Museo de Arte Moderno de Cuzco, Chateau des Reaux (Francia) colecciones privadas del país, Brasil, Francia, Italia, Cuba, España, Bélgica e Israel. Sus obras ya forman parte de importantes colecciones privadas nacionales e internacionales.
Prosa de observación. Texto de curatorial de Raúl Vera Ocampo.
La aproximación a lo real sigue siendo a escasos años por terminar el siglo, motivo de exploraciones y ¿por qué no? de asombros. Después de siglos de vivir sujetos a características de representatividad que no variaban mayormente los cánones establecidos, la humanidad tiende a querer encontrarse con zonas más profundas del conocimiento.
El arte y la ciencia, por caminos diversos, arriman conclusiones que no pueden obviarse: lo real y lo virtual confluyen en un universo inesperado e inquietante. Es lógico que los artistas de hoy quieran manifestar sus dudas y búsquedas a través de nuevos intentos expresivos.
Es de alguna manera lo que busca Mirta Narosky con sus planos recortados, sus “volúmenes salientes”, o recorridos y superficies que aparentan su ficción o, mejor dicho, su proyección ilusoria. Dentro del marco de la figuración, la artista conforma sus temas donde cierto sesgo simbólico y literario se articula con rasgos expresivos, identificados fuertemente con imágenes desligadas de campos anexos al expresionismo de los ochenta.
De todos modos, el discurso de Mirta Narosky se nos presenta como adyacente a una postura que necesita repreguntarse afirmaciones fundamentales acerca de la vida y del destino del ser humano. No desde un punto de vista filosófico, sino plástico y caracterizado por una significación que nos remite siempre al terreno estético.
Con esto quiero decir que la autora no trata de hacer retórica, sino que simplemente incursiona en el valle poco fértil y plagado de incertidumbre que es la sociedad contemporánea, munida de un lenguaje pictórico que es su dimensión comunicativa. Su creatividad se ajusta por cierto a la ambigüedad manifiesta y perceptivamente creo que el manejo plástico de volúmenes y soportes no convencionales, es una apoyatura para mantener el desarrollo la vivencia ideológica que su pintura aporta. Desde este punto de vista, Mirta Narosky se inserta de una manera personal y al mismo tiempo firme, en las infinitas tentativas por recuperar de hecho esas oblicuas emanaciones que ostenta la condición humana.